Apóstrofo sí, apostrofe no… pero no siempre

Apóstrofe

«Apóstrofe» es una palabra compuesta por dos voces: el prefijo griego apo (a través de) y strophe que significa vuelta; en el teatro griego se refería al momento en el que el actor le daba la espalda al público para hablar con otro personaje: real o imaginario.

En la actualidad, el apóstrofe es una figura retórica que se usa para dirigirse a alguien con vehemencia; o sea, poniendo una cierta intensidad en lo que se dice cuando la persona aludida no está presente, ya sea físicamente o en el discurso.

Un ejemplo de ello es el universalmente conocido Padre nuestro («Padre nuestro, que estás en los cielos/ santificado sea tu nombre»), donde, como puedes notar, el «yo poético» invoca al Dios católico mediante la interrupción repentina del discurso para dirigirse con el vocativo a la divinidad.

En la actualidad, el apóstrofe es una figura retórica que se usa para dirigirse a alguien con vehemencia; o sea, poniendo una cierta intensidad en lo que se dice cuando la persona aludida no está presente, ya sea físicamente o en el discurso.

Un ejemplo de ello es el universalmente conocido Padre nuestro («Padre nuestro, que estás en los cielos/ santificado sea tu nombre»), donde, como puedes notar, el «yo poético» invoca al Dios católico mediante la interrupción repentina del discurso para dirigirse con el vocativo a la divinidad.

Apóstrofo

Por su parte el «apóstrofo» es un signo ortográfico: una especie de coma alta (’) que aparece en algunas palabras o expresiones del inglés, el francés, el italiano y otras lenguas; en cada una con propósito diferente. En las lenguas romances se usa para indicar la elisión de alguna letra; como en el español antiguo, en el que se empleaba como recurso poético para cuidar la armonía de sonidos y la métrica. Fíjate en este terceto de Fernando de Herrera, uno de los representantes de la poesía del Siglo de Oro:

¡Cruda suerte d' amor, dura mudança,
firme a mi mal, qu' el variär del cielo
tiene contra su fuerça suspendido!

A pesar de haber sido tan frecuente en siglos pasados, la popularidad del apóstrofo fue decayendo hasta dejar prácticamente de utilizarse. Actualmente no forma parte de los signos ortográficos que apoyan la escritura, aunque se ha mantenido para respetar la grafía de textos procedentes de otros idiomas; como en inglés: Joe’s dog (el perro de Joe), Je t’aime (te amo) en francés o en italiano: L’accento acuto (el acento agudo).

Todavía se da el caso de que algunos escritores usan el apóstrofo para reflejar el habla popular o caracterizar el estilo rural de algún personaje; como: «Voy pa’l monte, m´ijo». Sin embargo, no puede negarse que hay un fondo clasista para marcar gráficamente dos clases de español: uno culto y otro vulgar, como en el latín. Por lo mismo, expresiones como la anterior simplemente pueden escribirse: «Voy pal monte, mijo».

Errores comunes del uso del apóstrofo

Entonces, no olvides que el apóstrofe es una figura retórica y el apóstrofo un signo ortográfico, y que en nuestro idioma corresponde a un uso arcaico o coloquial. Por lo mismo, evita cualquiera de estos usos:

  • Formar plurales agregando la letra ese (-‘s): ONG’s u 90’s.
  • Abreviar los números de los años (costumbre heredada del inglés): «Nos conocimos en el ’92».
  • Usarlo en vez de coma decimal: $5’50
  • Separar las horas de los minutos: 10’2
Apóstrofo sí, apostrofe no… pero no siempre
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