La escritura: entre el principio y el sinfín

la escritura

Y el sacerdote escribirá estas maldiciones
 en el libro y las borrará con las aguas amargas.

Libro de los Números,
cap. 5 versículo 23 Antiguo Testamento

Los escribas babilónicas fueron una clase poderosa y privilegiada por lo difícil que era escribir en esos tiempos. Incluso en ocasiones llegaron a ser más poderosos que los cortesanos y hasta que el propio soberano, por el poder de su conocimiento.

Tan es así que contaban con una escuela especial: Edubba (Casa de las tablillas), la cuna de los primeros libros de la humanidad. En ella, además de disponer de un método para su producción, enseñaban a los jóvenes a ser buenos y eficientes escribas.

Todo empezaba desde aprender a elaborar las tablillas; para lo que primero debía humedecerse la arcilla y luego ir grabando con un cálamo o estilete de metal, de madera o de marfil su peculiar escritura en forma de cuña, que es la que le dio nombre.

tablilla

De la punta del estilete deriva la primera acepción del vocablo «estilo», tan familiar y discutido para nosotros las y los correctores.

Cuentan que los babilonios endurecían y cocían en el horno (como el pan) sus libros más valiosos. Libros que luego colocarían en las estanterías de los templos. Entre los semitas, Nabu era su dios de la escritura y famoso por su inteligencia.

Más adelante, los escribas egipcios desecharon las pesadas y poco manejables tablillas para sustituirlas por rollos de papiro a los que llamaron «volumen».

Para proteger los volúmenes de la intemperie y conservarlos, los escribas egipcios los guardaban en estuches de madera o jarras de barro llenas de aceite de cedro.

En la cultura egipcia los dioses elegían a quienes les darían el don de la escritura. Se dice que el dios Ibis Thot fue su creador y es él quien inventó los jeroglíficos en el cielo. Por lo tanto, era él quien elegía a la persona que dejaría constancia de sus deseos.

dios de la escritura thot

Los escribas egipcios aprendían dos clases de escritura: la «hierática» (únicamente utilizada para escribir lo que el faraón quería) y la «demótica» (para uso exclusivo del pueblo).

Al final de la vida los egipcios enterraban a sus difuntos importantes con rollos de papiro (más conocidos como libros de los muertos), para que los acompañaran durante el trance.

Gracias a los mercaderes y conquistadores fenicios el conocimiento de la escritura se extendió siguiendo el camino del sol: de este a oeste. Como tenían que redactar facturas y dejar constancia de la compra-venta que hacían, la escritura para los dioses poco a poco se fue olvidando. Es entonces cuando comienza el principio del alfabeto fenicio.

la escritura en pergamino

Los griegos tomaron el alfabeto fenicio y lo adoptaron a su lenguaje, continuando con la costumbre de escribir en tablillas, aunque ya no de arcilla sino de madera clara, cubierta la madera por una fina capa de cera negra.

Con el tiempo ese material se sustituiría por el «pergamino», hecho con la piel de carneros, ovejas, cabras o terneras, sobre todo.

Este nuevo soporte de la escritura deriva del latín pergaminum, que literalmente significa de Pérgamo, la ciudad bizantina donde empezaron a producirlos. Es así como se origina el codex (códice), que a diferencia del volumen éste ya puede hojearse.

Ana Lilia Arias

La escritura: entre el principio y el sinfín

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