Los dioses de la escritura
«Yo Soy el que Soy», le respondió Dios a Moisés
Éxodo 3:13-14
cuando le preguntó por su nombre.
«Así dirás a los hijos de Israel: Yo Soy me envió a vosotros».
Moises
Sin ser escriba escribió (y por lo visto también corrigió) uno de los textos occidentales más importantes de todos los tiempos. Para los judíos y los cristianos fue la mano de Dios la que escribió El Decálogo o Los diez mandamientos en dos tablas de piedra para entregárselas al pastor Moisés en el Monte Sinaí con instrucciones muy precisas.
Sin embargo, cuando el elegido bajaba de la loma para cumplir con la orden divina, no fue capaz de controlar su ira al ver las prácticas religiosas tan relajadas que tenían los pobladores, por lo que rompió las tablas.
A Moisés no le quedó de otra que reescribir los mandamientos celestiales para restablecerlos, con la finalidad de que los pueblos los adoptaran. Nada más que esta vez Dios ya no los escribió, sino que se los dictó al profeta; lo que significa que la fidelidad del amanuense podría quedar en duda: de ahí que, a manera de broma, se diga que Moisés fue el primer «corrector» de la historia.
Odín
Ya poniéndonos serios, recordemos a Odín (también llamado Wotan o Woden). Para los antiguos germanos, Odín fue el dios principal de la mitología nórdica, únicamente comparable con Zeus. Y es que Odín lo mismo era dios de la sabiduría que de la guerra.
Según la leyenda, el dios ofreció en prenda uno de sus ojos, a cambio de obtener la sabiduría del pozo de Mimer, donde se extraían los secretos del mundo. Esta es la razón por la que se le representa sin un ojo.
A Odín se le atribuye la creación de la escritura de runas, que literalmente significa susurro, ya que así surgió cuando susurró el porvenir gracias a la prodigiosa mezcla de las letras.
Cirilo y Metodio
Conocidos como los sabios de Tesalónica (segunda ciudad más importante de Grecia), los hermanos Cirilo y Metodio fueron hijos de padre bizantino y madre búlgara. Al morir su progenitor se volvieron misioneros y viajaron a Constantinopla, capital del Imperio bizantino, donde sus grandes logros académicos los hicieron muy famosos.
Se les conoce también como «apóstoles de los eslavos», debido a que sentaron las bases de la literatura y el desarrollo cultural de los pueblos de Eslovenia, gracias al alfabeto glagolítico que inventaron para traducir al eslavo antiguo la Biblia y otros textos sagrados.
Dicen que el monje Cirilo era tan inteligente que, a petición del príncipe Ratislav de la Gran Moravia (hoy República Checa y Eslovaquia), creó el alfabeto en una noche de iluminación. Cuenta la leyenda que las palabras del soberano fueron:
Nuestra nación está bautizada, pero todavía carece de maestros. No entendemos ni el griego ni el latín. […] No entendemos los caracteres escritos ni su significado; enviadnos maestros que nos enseñen las palabras de las Escrituras y su sentido.
El alfabeto glagolítico, también llamado glagólico o glagólitsa, toma elementos de los alfabetos copto y hebreo; aunque se usó antes del alfabeto cirílico (derivado del alfabeto griego), todavía sigue utilizándose en varias lenguas eslavas como el ruso, ucranio, serbio, búlgaro, macedonio y bielorruso; e incluso no eslavas: kazajo, uzbeko, kirguís, tayiko, azerí, gagaúzo, turcomano y mongol.
San Mesrop
Y ya que andamos por Constantinopla hablemos del creador del alfabeto armenio: Mesrob Mashtots, conocido en nuestros días como monje San Mesrop. Es tal su importancia que prácticamente no hay ciudad de Armenia que no tenga al menos una calle con su nombre.
Mesrob Mashtots nació en una provincia de Armenia y desde pequeño mostró su erudición. Como aprendió sin dificultad el griego, siríaco y persa, pronto lo nombraron secretario del rey para que escribiera en esas lenguas los decretos y edictos del soberano.
Pese al poder y los grandes lujos de que disponía, Mesrob prefirió la austeridad y se marchó de Constantinopla, pero antes inventó un alfabeto para que su pueblo rezara, leyera y hablara en armenio. Hecho que fortaleció lo mismo a la iglesia que al gobierno y a los hablantes, al darles una identidad
No son pocos los eruditos que aseguran que Mesrob no sólo creó el alfabeto armenio, sino también los alfabetos albanés caucásico y georgiano.
-ALA
En la Academia de las Artes de la Escritura no somos dioses, pero te preparamos para hacer milagros.
Gracias por estas cápsulas de saber…
siempre recibo con agrado estos correos que disfruto mucho,, sin embargo en ocasiones no los leo inmediatamente por falta de tiempo pero en cuanto me es posible, alimento y agilizo mi mente proporcionándole sabiduría.
Muchas gracias.